Suena el despertador, volteas, son las 5:55 am, quieres ignorarlo. Decides pedirle una oportunidad, pedirle sólo 10 minutos más. Crees que estás dormido, pero no, el cerebro ya empezó a trabajar, llueven las ideas, los pendientes, los pretextos para no salir a correr que se intercalan con poquitas razones para sí hacerlo.
Te sorprendes de la velocidad de tu propio pensamiento creativo en esos primeros segundos de la mañana, encuentras miles de pretextos: hace frío, está oscuro y podría ser peligroso, ya se me hizo tarde, debería de llegar más temprano a trabajar hoy, tengo muchos pendientes, así mejor me salgo antes, además si me voy más temprano seguro encuentro menos tráfico, bueno, ya casi no hay gente en las calles, ya salieron los niños de la escuela… creo que amanecí un poco mormado, es una locura salir con este frío, qué necesidad de pasar las fiestas enfermo, sí, ya sentí dolor en la garganta. Bueno, no tanto. ¡Qué buena estaba la torta de romeritos ayer! Y la de bacalao… tal vez comí mucho. ¿Cuántas calorías serán? ¿Cuántos kilómetros se necesitarán para quemarlas? Bueno, no importa, ahorita desayuno ligero… ah, ¡pero hubo recalentado! Mejor sí salgo a correr, o también puedo dormir un poco más y salir en la noche. Eso, eso es buena idea.
Suena el despertador de nuevo, tratas de ignorarlo, sientes que alguien le subió el volumen, no es así, en realidad es porque ahora sí estás despierto, aunque estabas cómodo y calientito en tu cama. Pareciera que el timbre que detiene la tregua de 10 minutos fuera una campana anunciando que tienes que parar la verborrea mental y simplemente pararte, activarte, ponerte los tenis y empezar a correr. Los pretextos se empiezan a ver borrosos, y comienzas a recordar que estás sano y puedes correr, y que esa es razón de sobra para hacerlo. Que sí, hace frío, pero que después de unos minutos trotando hasta calor sentirás, y tu cuerpo te lo agradecerá. Recuerdas lo bien que te sientes después de terminar el entrenamiento, recuerdas quizás la apuesta que hiciste sobre no subir de peso en diciembre, o tal vez se te viene a la mente de nuevo el bacalao de ayer. Recuerdas que te gusta correr, que te sientes increíble después de correr, que lo difícil es sólo dar el paso fuera de la puerta, pero una vez que lo logras, te rinde más el día y tienes más energía y estás de buen humor.
Recuerdas lo mucho que dedicaste en el año a tus carreras y piensas en tu próximo maratón. Sabes que no vale la pena perder la condición física que has ganado, que corriendo has aprendido que puedes lograr cualquier cosa si te lo propones y eres perseverante. Recuerdas que correr es un acto de amor a ti mismo y que tu cuerpo merece que lo cuides. Entonces te pones los tenis porque encontraste un pretexto simple: te sientes mejor cuando eres corredor.
Una bonita viñeta de 72kilos, que siempre ilustra con mucha gracia lo que se siente ser corredor.
Esta publicación es una réplica de una de mis columnas publicada en diciembre en el Diario Deportivo Récord, donde semanalmente escribo los «Viernes de Running». El diario está disponible en México en versión impresa y de forma electrónica para el resto del mundo. Te invito a buscarlo en el puesto de periódico y leerme todos los viernes. De vez en cuando estaré compartiendo los textos por aquí también. 🙂
Me encanta como escribes, el pretexto perfecto para salir a correr, son solo las ganas de hacerlo 🙂
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Gracias, Gaby. ¡A correr! 😛
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