Moscú 3pm, -17 grados centígrados. Dubai 9pm, 28 grados centígrados. Así empezó la primera escala de ‘La vuelta al mundo en 52 días’. El cambio de temperatura fue como un abrazo grupal para compensar el recibimiento hostil de Rusia.
Mi destino original era la India, pero resultaba barato volar vía Dubái y el vuelo hacia los Emiratos Árabes hacía escala en Moscú. He ahí la explicación de porqué visité Moscú y Dubái para finalmente llegar a Mumbai. Es esa la razón por la que me sometí al congelamiento y luego al calcinamiento.
Valió la pena, pero tal vez no lo volvería a hacer. Valió la pena por el ahorro. Un tip infalible para encontrar vuelos baratos es viajar por aerolíneas rusas – a lugares remotos, claro está -.
Sobre Dubái
Dubái es un país de fantasía, con una producción «perfecta». Pareciera que todo está recién hecho, todo recién pintado, todo brilla, todo está impecable. No exagero, el pasto es más verde, las flores más naranjas, creo que hasta el sol está sobornado para brillar más.
Me quedé con la impresión de que es una ciudad hecha por gente que no solo tiene mucho dinero sino que también tiene un ego gigantesco que ha impulsado su creatividad y espíritu de grandeza para crear las cosas más grandes del mundo: el edificio más alto, el centro comercial más grande (con una montaña falsa para esquiar dentro de él). También presumen tener el acuario más grande del mundo y el único hotel 7 estrellas del planeta, entre otras cosas. Y cuando construir edificios no fue suficiente, fabricaron sus propias islas. Hay cosas tan grandes, que es imposible tener una percepción real de su tamaño. El lobby del 4o hotel más alto tiene una altura mayor que la Estatua de la Libertad. Figúrese.






Dubái me hizo cuestionarme sobre la infinita capacidad humana de sentirnos insatisfechos. Sentí que viven en constante competencia, que en cuanto se termina el edificio más alto ya tienen que estar los cimientos del que lo sobrepasará por un par de centímetros. Por todos lados hay oro, piedras preciosas, cristales, luces.
No juzgo la majestuosidad, no me malentienda. Tal vez el ego no está tan mal encaminado en aquel país. Sólo me cuestiono qué pasaría si esa hambre insaciable de grandeza se destinara a otras causas.
Si un día tiene curiosidad y oportunidad, vaya a Dubái. Es más barato de lo que pudiera pensarse. Es impresionante, para mí fue como una miradita al futuro que creía muy lejano. La gente es amable, es fácil moverse en la ciudad y la oferta para los turistas es infinita. Lo que sea que usted quiera, lo que imagine, en Dubái lo puede encontrar.
Pero por lo que verdaderamente vale la pena ir a los Emiratos Árabes es por el desierto, por el silencio del desierto, los colores, los camellos, por el color y la textura de la arena, por los atardeceres y los amaneceres. Le digo, en ese país tienen sobornado al sol para que ahí brille más que en cualquier otra parte del mundo.














Como apenas iniciaba la vuelta al mundo y el clima lo permitía, salí a correr en Dubái, por las ramitas de la isla de Palmera, donde por asares del destino me hospedé: Aquí lo que vi en los 10 kilómetros en Dubái
Que belleza,impresionantes fotografías y el relato muy conciso.¡Felicitaciones siga adelante
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¡Gracias, Edmundo!
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Hola Verónica iré a Dubai en un par de semanas y te quiero preguntar sobre alguna recomendación para comer o cenar de algún lugar que no debería perderme
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Hola Areceli, apenas veo tu mensajeeee, ¡perdón que no te había contestado! No sé si verás este mensaje y si será a tiempo mi recomendación, pero un imperdible es el menú de 7 tiempos en el hotel Burj Al Arab (la vela). Se llama the Ultimate Culinary Flight at Burj Al Arab, es caro pero vale la pena. Espero que hayas disfrutando tus vacaciones. 🙂
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