Varios descubrimientos afortunados en los últimos días.
El primero: Un avioncito de los de antes, de los de diseño e ingeniería complicada: diez figuras geométricas dibujadas con gis en el piso. No lo reconocí, pasé por encima de él corriendo muy rápido. Corrí unos pocos pasos más y me frené en seco. En segundos llegó a mi mente la imagen de una niña pelirroja muy peinada, sin un sólo pelito fuera de su lugar, con una bolita de papel mojado en la mano, parada frente al avión, a punto de emprender el vuelo, brincando en una sola pierna.
Caminé despacio hacia atrás, regresé a la puerta abordaje y preparé el despegue: pie arriba. Brinqué el primer cuadro, el segundo, el tercero, en el cuarto brinco puse los dos pies en el piso y llegué a las alas… seguí brincando, de ida y vuelta, varias veces, muchas veces. Los siguientes 4 kilómetros que tenía que correr los hice dando vueltas a la misma cuadra.
Sonreí tanto, tanto, casi como sonrío ahora cada vez que tengo que subirme a un avión de verdad, ahora ya no tan peinada y en la medida de lo posible, tratando de mantener ambos pies en la tierra, de otra forma, seguro ya hubiera abordado el vuelo equivocado y habría llegado a Taiwán.
El segundo descubrimiento: Las ‘Instrucciones para cualquier cosa’ y su autor, que me ha inspirado a seguir escribiendo por el puro gusto de hacerlo y a quien le falta escribir las instrucciones para dejar de leer sus instrucciones, porque al menos yo, no puedo dejar de hacerlo.
T-45 para el maratón de Berlín.
AY, Que bonito 😀 Me hiciste sonreír y recordar a la niña de pelo negro (siempre despeinada) con una piedra en la mano intentando siempre llegar al número 4 <3. Abrazo.
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¡Con que greñuda, Lau! 😛 Yo también aplicaba la piedrita a veces. Besos.
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Veró FELICIDADES que Hermoso! Me hiciste llorar era mi juego favorita en una época de mi vida .
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FELICIDADES!!!!!!!!!!
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