Eso que usted acaba de leer en el título de este post, es el precio que pago por enamorarme de un corredor. Si usted no sabe a qué me refiero, lea esto –> No te enamores de un corredor.
Hace unos días fui con el corredor en cuestión a un bosque urbano en la Ciudad de México. Un parque, que se hace llamar bosque, porque tal vez sí podría serlo o algún día lo fue y ahora sólo sigue siendo porque nosotros tratamos de mantener su identidad. Se trata del Bosque de Tlalpan, uno de los lugares favoritos de los corredores del DF. El bosque bien podría llamarse «Bosque-de-tortura-disimulada de Tlalpan». No me malinterpreten, es muy bonito, es un buen lugar para correr respirando entre árboles sin sentir el escándalo citadino, pero muy discretamente, es también un lugar para poner a prueba la fuerza – y el ego – de cualquier corredor.
El bosque tiene un circuito principal que mide 889 metros, el piso es de arcilla o algo así. Ese circuito está rodeado de otro que mide 958 metros y se llama pista de Bugambilias, precisamente porque está infestado de árboles estallando en flores rosas. Tiene otros dos circuitos, que según dicen, miden entre 1162 y 5943 metros.
Además, hay algunas rutas de terracería que según yo, son un laberinto infinito que te come y te confunde conforme más cansado estás, porque para empezar, sólo para llegar al inicio del sendero montañoso hay que subir una cuesta que, por mi dolor muscular, estimo tiene un ángulo de al menos 45 grados.
Lo que mide cada circuito es el inicio de la dificultad del lugar, es un juego con la mente del que corre y quiere hacer determinada distancia. En ese lugar jamás podrás hacer sólo los kilómetros exactos que quieres sin tener que correr un poco más para llegar al punto de inicio.
El lugar es divino, hay encinos, pinos, agapantos, incluso orquídeas. Por si fuera poco, hay un árbol de higo y algunas ardillas. Si usted amigo corredor, no conoce el Bosque de Tlalpan, vaya. El lugar le hará replantearse si realmente es corredor o si tiene que ponerse a entrenar más.
Y usted también, amigo no-corredor, vaya a caminar, a respirar o vaya de día de campo, usted que sí puede, tómese un café y una galletita de plátano que encontrará en una carreta en la salida de la pista para corredores.
A T-10 de mi próximo maratón (que se convirtió en medio maratón y está por convertirse en paseo recreativo), esto es lo que vi al sur de la Ciudad de México:
Es precioso! Creo que me pararía a cada paso para hacer fotos.
Que tengas un feliz día, un beso
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Oale, vi un par de fotos y ya me gustaria enfrentarme a esa ruta, no creo que sea mas pesado que 10k en Huixquilucan
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Yo tampoco lo conocía, fui con mi esposa a entrenar subidas y con 4 series de 400 metros tuvimos, bien pesadas esas pendientes. Muy bonito el lugar, sólo hay que tener cuidado en los lugares solitarios porque podría ser peligroso. 🙂
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Algo habrá que agradecerle a la Carrera del Día del Padre por la conservación del Bosque como lugar para corredores. Es un gran lugar; su “Pared” es ya mítica, casi tanto como los jugos (aun los dueños, la dueña, sean priístas de hueso colorado). Ahí comencé a correr y, precisamente, me estrené con ese medio maratón del Día del Padre (no sé si ya lo llamen oficialmente “medio maratón del día del padre”, ojalá que no: “carrera” le viene tan bien). Sin duda los vecinos lo cuidan, y la Casa de la Cultura también hace lo suyo. Junto con la pista de Cuemanco es de lo mejorcito que tienen los corredores sureños para entrenarse; y junto con las Fuentes Brotantes, de los escolares que se van de pinta. ¿Pero qué es correr sino el campo de cada día? Porque no, no es hacer ejercicio (cf. http://aguaclara.wordpress.com/2013/10/21/lo-que-nadie-habla-cuando-habla-de-correr/). Gran saludo.
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Sigue llamándose carrera, recién lo descubrí. Es una carrera divina, qué bueno que sirve también para la conservación del bosque. 🙂
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Es una de la cosas que agradezco al mudarme acá a Tlalpan… me queda cerca, huele rico, tiene terreno variado, las cuestas… Es cosa seria entrenar ahí. Bien lo dices.
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Hola chicos yo llevo corriendo un año y medio, mis rutas son cuemanco, el sope, y del trabajo a metro chapultepec 9k, deseo ir al bosque de Tlalpan a continuar preparandome, mis logros han sido 2 medios maratones seguidos de la ciudad de mexico, quien me acompaña al bosque de Tlalpan. Julio Montes
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Buenos, pues iremos a correr
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Soy del sur y pese a que muchos años he frecuentado el sope y los viveros de Coyo, circuito Gandhi y demás pistas urbanas, el bosque de Tlalpan en definitiva es mi favorita. He logrado hacer una especie de ruta propia, donde combinando los circuitos primarios y sumando todos los senderos escondidos, creo que al menos logro sumar unos 13 kms sin pasar por ningún lugar dos veces seguidas, y claro es muy cierto lo que dicen de las subidas, en realidad cualquier corredor que se jacte de ser buen corredor, no corre en la pistita de la entrada, sino que sube como los valientes a correr en los senderos y demás recovecos que asemejan montaña.
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Coincido contigo, Juan. Se requiere de valentía para correr por los senderos y recovecos del bosque de Tlalpan. 🙂
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