Y luego un día, Napoleón Bonaparte ordenó la construcción de un puente que tuviera tantos arcos como letras tenía su nombre. Así, por puro capricho, porque se lo merecía.
Así que por la misma razón, me entregué al chocolate hoy, después de 20 kilómetros en bicicleta, dado que mi tobillo decidió que no quiere correr por unos días. Así por puro capricho, nomás porque merece descansar.
Esto es lo que vi, en Burdeos, un lugar que toca mi corazón: