Admiro a la gente que corre formalmente. Los insensatos que se levantan temprano, que se mueren de frío y de sueño pero aún así salen a correr un sábado a las 7 a.m. ¡Los felicito! Admiro también, a los que corren desvelados, crudos o sin haber comido bien. Valientes ustedes.
Esto es de hace unos meses, en el Nevado de Toluca, a las 7 a.m., a 8 grados centígrados y 4300 metros de altura.
Me agradecí haber sido una corredora insensata y haber madrugado. El lugar es hermoso. La desmañanada vale la pena, el frío hasta sabe bien.
Corrí, literalmente, entre las nubes. La neblina por momentos no te deja ver más allá de los siguientes 10 metros. Si madrugas o no, si corres o no, no importa, ¡ve! Sólo por el puro gusto de sentirte chiquitito en medio de tal majestuosidad.
Las fotos no hacen justicia, pero esto es lo que vi en 14 kilómetros en la montaña:
entre nubes!! yeiii 😉
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